Raicedo es una aldea del municipio de Arenas de Iguña, situada a orillas del rio Anievas.. Aparece mencionada ya en un documento de 1112 perteneciente a la Abadía de Santillana como parte de un camino antiguo por el Valle de Iguña. Constituía un priorato con jurisdicción espiritual y tenía anejas varias ermitas de su entorno. En 1404 se cita Raicedo en documentos como Concejo «que pagaba tributos de realengo».
San Juan de Raicedo tiene una iglesia románica que data de la primera mitad del siglo XII, Su estructura es la original, con el único añadido de una capilla. Presenta una sola nave rectangular sobrealzada, con canecillos a una altura inferior al alero. El ábside es semicircular, con presbiterio recto reforzado por contrafuertes, quizás como añadido posterior, entre los que se abren tres ventanas con decoración de improntas ajedrezadas. La puerta se abre al norte, por donde antaño debió discurrir el camino con arquivoltas de medio punto sobre una pareja de columnas con capiteles. Destaca la chambrana, decorada con hojas, flores y animales. Los capiteles de la portada presentan águilas y leones enfrentados. Los panecillos del alero están bellamente decorados, así como las metopas de la portada norte. El interior es bastante sencillo y cabe destacar la decoración de entrelazados del arco triunfal.
Esta iglesia fue declarada Bien de Interés Local con categoría de Inmueble el 6 de junio de 2002.
Con motivo de la la ampliación de la carretera de Anievas, se llevaron a cabo excavaciones en la necrópolis medieval colindante a la Iglesia se trata de un cementerio cristiano con mil años de historia que data entre los siglos 8 y 10, de los más importantes del Norte de España.
Destaca por la calidad de sus tumbas de lajas (cajas de piedra) y la buena conservación del muro que delimitaba el espacio sagrado del cementerio, el dextrum. Un hallazgo singular que en pocas ocasiones se ha encontrado en tan buen estado. En Cantabria solo se conoce el de la Villa Romana de Camesa Rebolledo.
Fuera del dextrum se documentó otra de las peculiaridades de este enclave, un grupo de tumbas infantiles, un limbo para los fallecidos que por no estar bautizados aun –explican los responsables del estudio- no podían ser enterrados en espacio sagrado.
Todas las tumbas están ordenadas en hilera, de manera concéntrica y orientadas al Este lo cual refleja la preocupación de la época medieval por el tránsito hacia el más allá. La mayoría son sepulturas de gente sencilla, pero también hay un pequeño grupo de otras “más suntuarias”, cubiertas por completo con una losa de piedra a modo de tapa.