Becca llegó a la vida de Sandra y su hijo Joel en septiembre de 2015, un momento que cambiaría sus vidas para siempre. Adoptada en la protectora de animales de Torredembarra, Becca tenía solo dos años, aunque había sido abandonada con apenas seis meses. Ahora, con 11 años, Becca sigue siendo ese amor de perrita que conquistó a su nueva familia desde el primer día, pero con la sabiduría y pequeñas manías que trae el paso del tiempo.
Becca siempre ha sido extremadamente cariñosa, un ser de cuatro patas que ama estar cerca de las personas, siempre buscando mimos y compañía. A pesar de su dulzura, con los años se ha vuelto un poco gruñona con otras hembras, una señal de su madurez. Sin embargo, esto no le resta un ápice de ternura ni su alegría por la vida. Tiene algunas pasiones muy particulares, como bañarse en ríos. No importa el lugar ni la temperatura del agua, si hay un río cerca, Becca corre hacia él sin dudarlo, salpicando con emoción. Otra de sus costumbres es comer hierba, algo que hace cada vez que encuentra un rincón verde, y que Sandra y Joel llaman cariñosamente su «momento vaca», apodándola «vaca/Becca» cuando la ven pastando entre los campos.
Uno de los viajes más memorables que han hecho juntos fue a La Riguera de Ginio, un lugar encantador en Cantabria donde se alojaron para disfrutar de la tranquilidad de la naturaleza. La Riguera es un sitio perfecto para quienes buscan paz y contacto directo con el paisaje montañoso. Becca, siempre curiosa, se paseó por los jardines, disfrutando del césped, mientras Sandra y Joel se deleitaban con la calma que ofrecía el lugar.
Desde allí, decidieron hacer una excursión a San Vicente de la Barquera, una hermosa localidad costera situada a solo unos 15 kilómetros de La Riguera de Ginio, lo que se traduce en un breve trayecto de unos 20 minutos en coche. San Vicente es un destino turístico muy valorado por su combinación de historia y belleza natural. Uno de sus mayores atractivos es el Castillo del Rey, una fortaleza medieval que domina el paisaje con vistas impresionantes a la ría y al mar Cantábrico. Paseando por las calles empedradas del casco antiguo, Sandra y Joel sintieron el peso de la historia en cada rincón, mientras Becca caminaba a su lado, explorando con su habitual entusiasmo.
Aparte de los monumentos históricos, como la Iglesia de Santa María de los Ángeles, de estilo gótico, San Vicente es famoso por su cocina tradicional. Después de explorar la ciudad, decidieron detenerse a almorzar en un restaurante típico, donde Joel probó el sorropotún, un delicioso guiso a base de bonito, mientras Sandra disfrutaba de los sabores frescos del mar. La gastronomía cántabra, basada en productos del mar y platos sencillos pero sabrosos, les dejó completamente satisfechos.
Además, San Vicente cuenta con playas como la Playa de Merón, un extenso arenal que invita a largas caminatas junto al mar. Si bien esta vez no fue un día de playa, el simple hecho de pasear por el puerto les permitió disfrutar de la brisa marina. Becca, siempre curiosa, se detuvo a observar los barcos que se balanceaban en el agua, sin perder detalle de los pescadores que trabajaban a lo lejos.
Tras disfrutar de San Vicente, continuaron su aventura hacia la Fuentona de Ruente, a unos 30 minutos de distancia. Este pequeño paraíso natural es famoso por su manantial de agua cristalina que emerge de la tierra, creando una fuente de gran belleza rodeada de vegetación exuberante. La Fuentona es conocida no solo por su impresionante belleza, sino también por la leyenda local que cuenta que una ninfa cuida de sus aguas, asegurando que siempre permanezcan puras. Becca, como era de esperar, se sintió inmediatamente atraída por el agua fresca y cristalina. No dudó ni un segundo en sumergirse, chapoteando felizmente mientras Sandra y Joel la observaban con una sonrisa.
El último lugar que visitaron fue el Río Bayones, en la zona de Ucieda, un lugar ideal para disfrutar de la tranquilidad y belleza del Parque Natural Saja-Besaya. Ucieda es un refugio para los amantes del senderismo y la naturaleza, con rutas que serpentean a través de bosques densos y ríos de aguas limpias. El Río Bayones es uno de esos rincones escondidos donde la paz es absoluta. Becca, amante incondicional de los ríos, se lanzó al agua una vez más, disfrutando de cada momento. Mientras ella nadaba y jugaba, Sandra y Joel siguieron un sendero que bordeaba el río, dejándose envolver por el sonido del agua corriendo y el canto de los pájaros. La caminata les ofreció una conexión profunda con la naturaleza, un momento de serenidad que todos disfrutaron.
Después de un día lleno de exploración y diversión, regresaron a La Riguera de Ginio, donde pasaron el resto de la tarde disfrutando del jardín y las instalaciones. El lugar, con su ambiente tranquilo y su vista a las montañas, fue el escenario perfecto para descansar tras un día de aventuras. Becca, después de tanto correr y nadar, finalmente se acurrucó en un rincón del jardín, mientras Joel y Sandra se relajaban, sintiendo una profunda satisfacción por haber compartido esa experiencia con su leal compañera.
Este viaje fue un recordatorio de las maravillas que la naturaleza puede ofrecer y de la alegría que trae la compañía de Becca, un ser que ha llenado de amor y momentos inolvidables la vida de Sandra y Joel.